domingo, 28 de junio de 2015

Notable jornada migratoria en Cabo Peñas (14/IV/15)

Macho de collalba gris.
El Cabo Peñas, como se ha comentado en otras ocasiones en este blog, es un punto privilegiado para la observación de aves migradoras, debido a su situación sobresaliente de la costa cantábrica. Cuando las condiciones meteorológicas son además, favorables para la migración, puede darse el caso de que además de los migrantes sedimentados, se registren también muchos individuos en migración activa.

Macho de Motacilla flava flavissima.

El 14 de abril fue una de esas jornadas favorables para la migración que es posible disfrutar. Comencé mi recorrido temprano, pasando por la campiña de Verdicio. Allí, en un prado recién segado, encontré un grupo de lavandera boyera (Motacilla flava), en el que había ejemplares de tres razas europeas (flava, flavissima e iberiae), e incluso un ejemplar de la llamada “Channel Wagtail”, una forma originaria del cruce de flava con flavissima, muy parecida a beema. Cada vez que las contaba, había más, es decir, estaban llegando; hasta que las espantó una hembra de aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) que pasaba hacia el cabo. Además, había dispersas algunas collalbas grises (Oenanthe oenanthe).





Macho de Motacilla flava flava.

Macho de Motacilla flava iberiae de la población nativa.

Hembra de aguilucho lagunero.
Ya en Peñas, Dani (López Velasco) me avisó para que fuera a ver un macho de escribano hortelano (Emberiza hortulana), que estaba junto a las casas camino de Coneo, una sp bastante rara en la costa durante los pasos. En Coneo vimos que además de lavanderas boyeras, había muchos bisbitas pratenses (Anthus pratensis), mosquiteros y pájaros en general. Comenzamos un recorrido por la campiña, cruzando la carretera hacia el brezal, y al poco vimos llegar del oeste por la vaguada un aguilucho papialbo (Circus macrourus), un macho de tercer año. Después de alguna carrera para hacer las fotos que documentaran la observación, avisamos para que más gente pudiera disfrutarlo. Al poco, el lagunero también pasó por allí.




Entre los grandes grupos de lavandera boyera, nos llamó la atención un ejemplar con la cabeza muy clara, que una vez se miró con telescopio dimos por hibrido entre lavandera cetrina y boyera (Motacilla citreola x flava); la ceja, aún más clara que la cabeza, enmarcaba las auriculares, el dorso era gris claro y las alas grises con bandas anchas blancas.
En los prados de Coneo, había muchos bisbitas, incluidos arbóreos (Anthus trivialis), y se registró algún grupo de escribano triguero (Emberiza calandra), en ambos casos seguramente migrantes que se sumaban a los nidificantes locales. En uno de los grupos de bisbitas que levantó el vuelo, me pareció ver un gorgirrojo (Anthus cervinus), y nada más avisar, Dani identificó con claridad el reclamo de la sp, con lo que sumábamos la tercera rareza del día.
Buscando paseriformes por los setos, nos separamos unos metros. Mientras yo observaba una curruca zarcera (Sylvia communis), Dani comenzó a gritar que acababa de localizar un pigmeo! En un terreno cuchado, entre bisbitas y lavanderas, buscaba comida un escribano pigmeo (Emberiza pusilla), un macho de vivo plumaje, una verdadera rareza.




Entre los mosquiteros, con mayoría de comunes y musicales ( Phylloscopus collybita y trochilus), aparecieron algunos ibéricos (Phylloscopus ibericus), y al menos un papialbo (Phylloscopus bonelli), y con ellos algunos machos de colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus). Se vieron pasar hacia el Este golondrinas, aviones zapadores, e incluso tres vencejos comunes (Apus apus), que sobrevolaban a las especies más habituales, como alondras (Alauda arvensis) y tarabillas comunes (Saxicola rubicola). También aparecieron algunas palomas zuritas (Columba oenas) entre las torcaces, y se vió por la zona a un gavilán (Accipiter nisus) oportunista.

Mosquitero musical (izqu.) e ibérico.

Mosquitero musical.

Macho de gavilán.

Correlimos zarapitines.
En la pequeña charca temporal de Coneo, algunos limícolas llegaban y otros se iban. Hubo por la mañana tres correlimos zarapitines (Calidris ferruginea), especie poco frecuente en primavera, y algunos archibebes comunes (Tringa totanus), que frecuentaban también los sembrados, dos chorlitejos chicos (Charadrius dubius) e incluso un andarríos grande (Tringa ochropus).




A media tarde, una hembra de sisón (Tetrax tetrax) llegó volando desde el Oeste, se posó unos segundos y continuó vuelo hacia el Este. Después llegó una garza imperial (Ardea purpurea), que se posó completamente al descubierto en la charca. Al poco se fue, pero la reemplazó una espátula (Platalea leucorodia), que comenzó a comer tranquilamente ajena a los mirones. Entonces, comenzamos a irnos los pajareros, exhaustos tras una jornada inolvidable, llena de buenos registros y conversaciones.

Hembra de sisón.




Al día siguiente, aunque no fue un día espectacular, algunas aves permanecían aún en Peñas. El aguilucho papialbo todavía prospectaba la campiña, y el escribano pigmeo se dejó ver a primera hora. Por los setos y campos, todavía quedaban bastantes bisbitas, mosquiteros y currucas; se registró la primera codorniz (Coturnix coturnix) de la temporada.  Aún quedaba primavera por venir.












Aguilucho papialbo.

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