domingo, 17 de septiembre de 2017

Islandia (VIII)


Macho de pato arlequín; Pingvellir.

Días 9 y 10, 26-27/6/2016  Skaftafell (Svartifoss y glaciar Skaftafellsjökull) – Círculo Dorado (Pingvellir, Geysir, Gullfoss)

Paisaje del SO, con ponis islandeses.

El noveno día de viaje, una fina lluvia lo invade todo, pero no nos impide realizar un par de ligeras caminatas en el Parque Nacional de Skaftafell. El primero, por un sendero llano hasta el glaciar que da nombre al parque, atravesando un paisaje dominado por musgos y pequeños arbustos, que lleva al desolado lago en el que descarga el glaciar, que no es más que una lengua del enorme casquete de hielo que ocupa el centro de la isla. Por el camino, un lagópodo alpino (Lagopus muta islandorum) nos alegra la mañana.




Glaciar Skaftafell, en el Parque Nacional del mismo nombre.

Macho de lagópodo alpino.

En un segundo paseo, subimos hasta la cascada llamada Svartifoss, que cae por un cantil basáltico. Por el bosque se oyen varios chochines cantando (ssp islandica), y abunda el zorzal alirrojo (Turdus iliacus coburni), muy confiado. También vemos en los alrededores del centro de interpretación algún págalo parásito, alguna collalba gris y un pardillo sizerín.





Zorzal alirrojo; Skaftafell.

En el camino entre Hof, el lugar donde pernoctamos, y Skaftafell, un macho de lagópodo alpino descansa y se acicala sobre una roca, ajeno a la lluvia y a los curiosos.


Iglesia Hofskirkja, en Hof; data de 1884, y es una de las seis que se conservan de su estilo.


Macho de lagópodo alpino.

En el extremo S de Islandia, Vik presume de sus pináculos de piedra, situados frente a unos tremendos acantilados, cargados de fulmares boreales (Fulmarus glacialis) y frailecillos (Fratercula arctica), que no paran de pasar sobre nuestras cabezas.


Pináculos pétreos; Vik.

Colonia de fulmares boreales en Vik.


Agachadiza común.
El décimo y último día lo dedicamos a recorrer algunos lugares del llamado Círculo Dorado, una zona interior, al E de la capital, donde la actividad volcánica y geotérmica es muy evidente. En Pingvellir (dentro del Parque Nacional del mismo nombre), junto al lago Pingvallavatn, hay una antigua iglesia, situada frente a la falla que separa las placas tectónicas europea y americana. El lugar es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, pues aquí se formó el primer Parlamento Democrático, en 930; también aquí se declaró la independencia del país en 1944.


Iglesia de Pingvellir.

Lago Pingvallavatn y falla que separa las placas tectónicas europea y americana.


Hembra de serreta mediana.

Hembra de falaropo picofino.

Hay un sendero muy transitado por turistas, pero en el delta, junto al lago abundan las aves acuáticas. Hay muchos ánsares comunes (Anser anser) con pollos, serreta mediana (Mergus serrator), colimbo chico, falaropo picofino (Phalaropus lobatus) y, como en toda la isla, charranes árticos y agachadizas comunes (Gallinago gallinago). En la base de un torrente descansaban cuatro patos arlequines (Histrionicus histrionicus), los que más cerca disfrutamos en todo el viaje.




Grupo de pato arlequín; Pingvellir.

Págalo parásito (Stercorarius parasiticus); Pingvellir.

En Geysir admiramos los geíseres (la palabra deriva de este topónimo), fumarolas, pozas termales, etc. Y de las tiendas de recuerdos.



Zorzal alirrojo.

También visitamos Langarvatn y la cascada Gullfoss, de impresionante caudal. Pero por el camino, algunos lugares competían en belleza con los más visitados, al igual que los ponis islandeses, adaptados al clima riguroso de esta tierra.


Cascada de Gullfoss.

Paisajes del suroeste del país.



Poni islandés.

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