domingo, 5 de octubre de 2014

Migración de paseriformes en el Golfo de Vizcaya (III)

Mar Cantábrico.
En ocasiones se producen sedimentaciones de migrantes muy llamativas, concentrándose cientos o miles de aves en una pequeña franja litoral. Afectan a un gran número de spp, dependiendo de las fechas, y es frecuente encontrar en ellas alguna sp rara o que se halla fuera de su hábitat habitual. No es raro ver carriceros entre zarzas, papamoscas en brezales o incluso aves forestales, como el reyezuelo sencillo (Regulus regulus) en un acantilado marino. Lo que les ha ocurrido es que han tenido que interrumpir repentinamente su viaje.


Reyezuelo sencillo en la campiña costera asturiana.


Picos de Europa desde la costa de Gozón.
Estas sedimentaciones o caídas, coinciden siempre con un cambio repentino de la meteorología durante la madrugada, siempre que haya un flujo importante de aves. Cuando el viento rola a sur, o la lluvia hace acto de presencia, las aves necesitan interrumpir su viaje, pero no lo podrán hacer hasta llegar a tierra; entonces se produce la concentración en las primeras horas de la mañana, pero a lo largo de ésta se hace evidente el descenso de la densidad de aves. Dependiendo de la fecha, variarán las spp involucradas o la proporción de cada una. Lo variable de la climatología de unos años a otros, hace que cada sedimentación sea diferente a las demás.




Fotografiando una collalba desértica (Oenanthe deserti) en Rodiles (Villaviciosa); 13/11/11.


Escribano lapón (Calcarius lapponicus) en el Cabo Peñas.
En ocasiones, en las circunstancias descritas, hemos visto multitud de aves llegando a la costa a media mañana, algunas con las fuerzas justas para alcanzar tierra, tras un gasto energético muy superior al que necesitarían con viento favorable. Hay incluso observaciones de pájaros posándose unos segundo en el mar, y son comunes los que se posan en barcos a descansar. También es frecuente que estos migrantes sean atacados por depredadores alados, como el halcón peregrino (Falco peregrinus), el esmerejón (Falco columbarius) y el gavilán (Accipiter nisus), incluso mar adentro, o por aves generalistas como las gaviotas.




Halcón peregrino en su posadero frente al Cantábrico. Foto: Ramón Fdez. Revuelta.

Gavilán en el Cabo Peñas, a la espera de migrantes.

  Cada especie migradora muestra un período fenológico particular, independiente de la meteorología cuando se trata en términos globales. Los migrantes transaharianos presentan un patrón fenológico más adelantado que los presaharianos, y es en los meses de agosto y septiembre cuando pasa el grueso de estas aves. Es este último mes el que proporciona mayores oportunidades de observar el fenómeno tratado, posiblemente debido al mayor número de migrantes y a la relativa prisa que les invade a medida que avanza el calendario. Por su parte, los migrantes presaharianos, aves que pasan el invierno en Iberia o el norte de África, se ven principalmente en septiembre y octubre, apareciendo en noviembre los que van a invernar en la región. El principal protagonista de las entradas tardías es el petirrojo (Erithacus rubecula), aunque también se suman otros como el mosquitero común (Phylloscopus collybita), bisbita pratense (Anthus pratensis), alondra (Alauda arvensis), lavandera cascadeña (Motacilla cinerea), zorzal común (Turdus philomelos) y zorzal alirrojo (Turdus iliacus).


Petirrojo capturado para anillamiento en Gozón.

Bisbita pratense recién llegado a la costa.

Alondra común en la costa asturiana.

Zorzal común.
Se ha apuntado para alguna especie, como el zarcero común (Bermejo et alii, 2002), una estrategia migratoria diferente para las aves del año, que presentan en promedio unas alas más cortas que los adultos, con lo que perderían eficacia viajera (realizando posiblemente etapas más cortas), pero ganarían en maniobrabilidad para evitar a los predadores durante el peligroso viaje.


Ala desplegada de un zarcero común jóven.


Carricero común jóven en otoño.
Últimamente se ha demostrado que especies como el carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus) (Grandío, 1998), utilizan las zonas palustres de la cornisa como un importante lugar de reposo, con tasas de “engorde” iguales o superiores a las del sur del Reino Unido, algo que debe suceder con un buen número de especies. Es Asturias, y en general toda la Cornisa Cantábrica, un área de importancia vital para las hordas de paseriformes que cada otoño cruzan el continente hacia sus cuarteles de invernada. Por ello deben conservarse, no solo los humedales con abundante vegetación ribereña, sino también las campiñas costeras ricas en linderos de especies arbustivas (las “sebes” asturianas), sotos y áreas de matorral, donde los pequeños pájaros insectívoros recuperan sus menudos cuerpos del gran esfuerzo de la migración.

Carricerín común capturado en Verdicio (Gozón).

Carrizal de Tenrero, Verdicio (Gozón).


Más información:
   Bermejo, A., de la Puente, J. Y Pinilla, J. (2002). Fenología, biometría y parámetros demográficos del Zarcero común (Hippolais polyglotta) en España central. ARDEOLA, 49 (1): 75-86.
        Grandío, J. M. (1998). Comparación del peso y su incremento, del tiempo de estancia y de la abundancia del Carricerín común (Acrocephalus schoenobaenus) entre dos zonas de la marisma de Txingudi (Norte de España). ARDEOLA, 45 (2): 137-142.

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